Este chiquitín nos tenía preocupados cuando lo sacamos del lugar donde se encontraba.
Apenas sin fuerzas, ni se molestaba en mamar. A esto le sumamos la infestación de pulgas y era un cultivo perfecto para que, si no nos implicábamos, algo saliese mal.
Lo recogimos y no ocupaba menos de una mano y nos dio lecciones, muchas, al igual que sus hermanos Kai y Karú.
Por aquel entonces, los papis de «nuestra» querida Aretha pensaban en adoptar y contactaron nuevamente con nosotros y le hablamos de él.
No se lo pensaron….y tras pasar la desparasitación y primera vacuna, con mucha responsabilidad y miedos, lo acogieron y esto nos ayudó a rescatar a su hermano Kai y luego a Karú.
Han transcurrido casi dos meses desde su nacimiento y nada queda de aquel peludo desvalido y débil. Se ha convertido en un perro feliz, juguetón, listo, cariñoso y muy querido.
Tiene por compañera de juegos a una hermanita sospeludera a la que queremos mucho y junto a Pilar, Blas, Noemi y sus peludas, ha caído en la familia perfecta, como lo han hecho sus hermanos.
Se cierra un ciclo que nos llena de paz, de tranquilidad, de saber que mirar para otro lado no es la solución e implicarse es la opción.
Gracias familia por haber salvado otra vida nuevamente.