Todavía recordamos aquella tarde-noche en la que una de nuestras voluntarias nos ponía al tanto de KIRA.
Ocurrieron muchas cosas desde entonces hasta hoy, pero lo más importante fue todo lo que ella cargaba a sus espaldas y tratamos de aliviar.
Hubieron muchas personas claves en todo este proceso.
Ayoze y Yenia que creyeron que donde estaba no era la mejor opción.
Su anterior dueño, que nos cedió a la perra, al darse cuenta que él no podía procurarle lo que necesitaba.
Javier Marquez, al que tanto tenemos que agradecer, pues nos abrió las puertas de su residencia y nos tendió una mano enorme, a través de la cual tratamos de mejorar el bienestar de Kira y encontrarle la familia perfecta.
Y por supuesto a Fátima, Jose María, Rodrigo y Fivi que creyeron en ella y apostaron por ella.
Hacemos memoria de ese primer contacto entre Fatima y su familia en la residencia y ya todo auguraba un buen futuro, pero no queríamos ir rápido, las prisas al fin y al cabo no son buenas consejeras, y Kira no necesitaba más cambios. Buscábamos estabilidad, disciplina, horarios, etc.
Y con paciencia, ganas, amor y responsabilidad, todo se acaba consiguiendo.
Kira es un ejemplo de ello.
Kira es la perra a la que ayudarla era estrictamente necesario y que entrase a formar pare de la familia «sospeluder@, una realidad.
Sabemos que todo irá bien, todo es positivo y es imposible que deje de funcionar porque hay mucho amor para dar y recibir.
Nos seguimos alegrando día a día porque peludos como Kira nos acerquen a humanos que no se asustan ante los retos, que confían en que pueden lograrlo, que llegan a decirte «habéis subestimado a la perra».
Esa fuerza, esa responsabilidad, esa concienciación es lo que hace que cada paso, cada caso nos de la fuerza que necesitamos para el siguiente.
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